jueves, 21 de octubre de 2010

Un Beso en la Lluvia

La música de nuevo en los oidos, Monserrate estaba parcialmente cubierto, como diria el Master Colombiano en Metereologia Max Enriquez. Yo esperaba, ya me acostumbre a esperar... La verdad, no me molesta, se vuelve una especie de preambulo para un gran momento.

Ella llego, venia azul. Su cabello serpenteaba con el viento y su sonrisa aparecio como un milagro cuando me reconocio. La abrace, la bese y rei. Caminamos como lo hacen los aventureros, conociendo, explorando... conociendonos, explorandonos.


Los locos en la calle, imagine. -Busquemos las luces-, y caminamos con un rumbo comun. El hombre cuentero nos hizo reir y nos dio un pretexto para mantenernos abrazados como un solo especimen raro, de esos que uno ve en la calle para suspirar. Entre nogmos, hadas, luces, personas y uno que otro demonio por ahi haciendo de las suyas, comence a reir por dentro, y a ver su luz blanca.


Los estallidos en el cielo comenzaron, e instintivamente, a girar nuestros rostros al cielo. Caminamos con los ojos en las estrellas ocultas por las nubes, no era negro era gris.


La gente parecia un rio, perfecta noche de diciembre en Bogota. Saludo va, saludo viene. Caminamos jugueteando por las calles, como niños jugabamos entre los dos, corrimos, saltamos, cantamos, y como no tan niños, nos besamos, nos abrazamos, nos miramos.


Todo fue mistico. El marco mas que ideal.. Velas encendidas en el piso, arboles de navidad a nuestro alrededor, el rocio que comenzo a aparecer y la arquitectura colonial, oscura, misteriosa y bella. Yo cante, nunca puedo quedarme callado, y bailamos un bolero a mi voz. No importo nada, la lluvia comenzo a aparecer, la gente para nosotros desaparecio, eramos dos en ese universo, un solo abrazo, una sola voz, una sola risa.


Caminamos mas. La lluvia se incremento. Comenzamos a empaparnos. Levante el rostro para sentir las gotas de lluvia en mi piel. Eran las lagrimas de la alegria de Dios. Baje mi rostro y ahi estaba ella con su cabello partido por la lluvia, sonriendo, encantandome con el marco de sus ojos, me acerque y la bese.


Un beso azul. Eso, un beso azul. Las gotas de lluvia comenzaron a inundar nuestros rostros, pero era imposible detenerse. Hubiera sido sacrilego hacerlo. La bese, la bese, la bese. Me beso, me beso, me beso. Las gotas caian aun mas fuerte por todo nuestro rostro y se confudian con nuestro beso, con nuestro momento perfecto. El cielo no estaba triste, fue gentil y nos regalo lo que faltaba para vivir un momento, un momento que solo se puede vivir con alguien que vuela. Y en eso, si soy irreductible.

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