jueves, 21 de octubre de 2010

Retrato de un adios

Sus ojos miraban al suelo, sin saber que decir. Anhelaba la palabra perfecta, aquella palabra que entrara en los tantos poemas que escribio en su corazon para enamorar los momentos que serian eternos.

- Es mejor dejar las cosas asi - dijo ella. Su corazon se enloquecio. Gritaba los improperios del adios. Sus sueños caian al suelo, se culpo mas de lo que debia, cargo en su espalda la cruz del adios. Pero el orgullo asomo por la ventana del alma y acepto la decision con franqueza y resignacion.


Comenzo a pasar el tiempo que antecedia el dolor, la soledad volvio a la vieja cama color madera. Su soledad, su absurda soledad infinita del tiempo de los cerezos. Ella volvia cada noche, y el solo la observaba con el amor que aun quedaba, con las ganas de abrazarla, de amarla para siempre, de nunca decir adios. El humano es absurdo, trago sus penas y canto.


Recogio sus recuerdos, partio con el alma y una nueva pero vieja compañera, la melancolia. Ella no estuvo. Nunca estuvo. Sus pasos llegaron a su pasado, a los instantes de risas locas, de improperios absurdos, de la famosa utopia del amar.


Sus ojos no se cerraban en la noche. Los versos infinitos comenzaron a surgir como latigos del flagelo. Porque? Porque gritaba desesperado hundido en un rincon, con mas cigarrillos que ganas de vivir, con tan poca voluntad como para escribir poema de desamor.


El espacio vacio de su cama se convirtio en el mostruo literario de su dolor. El Te Amo escrito en la pared. El beso bajo la lluvia. El primer y perfecto beso. Su voz de lira. La cancion de amor escondida que nunca canto. Sin versos, sin inspiracion vivia sus noches, con las malditas agonias de los pasos recorridos, de la cotidianidad que mata el alma cuando aparece el nudo en la garganta.


- Se acabo para siempre- dijo ella, con la frialdad del amor olvidado, como si los recuerdos no mataran, como si la vida no existiera, como si sus besos nunca hubieran dejado huella, como si todo hubiera acabo con la decision de no amar al decir adios, como si nunca lo hubiera nombrado a el, ojos de otoño.


Ahora el llora en las noches entre palabras sin sentido, el recorre las calles con mas tristezas que conciencia, baila en sus sueños con aquella mujer. Aquella mujer, que olvido, que alguna vez alguien, solo queria verla sonreir despues de comer.

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